* Es indudable que en los años recientes se ha dado, en general, un avance en la representación y participación de la mujer en las actividades políticas; sin embargo, su incorporación ha sido insuficiente para la tan pretendida igualdad y equidad.
La baja participación política de las mujeres en la toma de decisiones o ejercicio del poder político revela discriminación de género en diversos países del mundo, reconoció el académico de la Universidad Autónoma del Estado de México, Martín Rodríguez Peñaloza, quien destacó que según la Unión Interparlamentaria (organización internacional conformada por parlamentos de 140 países), en el mundo existe un promedio de participación política femenina de 19.6 por ciento, equivalente a que uno de cada cinco legisladores es mujer.
Al hablar de la cultura democrática de género: discriminación, cuotas de género y simulación, Rodríguez Peñaloza señaló que es indudable que en los años recientes se ha dado, en general, un avance en la representación y participación de
la mujer en las actividades políticas; sin embargo, su incorporación ha sido insuficiente para la tan pretendida igualdad y equidad.
El especialista del Instituto de Estudios sobre la Universidad de la Autónoma mexiquense enfatizó que en América Latina el promedio de participación de mujeres en los parlamentos es de 23.8; no obstante, los niveles de participación del género femenino siguen siendo bajos, pues de cada cinco legisladores latinoamericanos, uno es mujer.
En México, dijo, la participación promedio de las mujeres en la LXII Legislatura federal fue de 34.8, lo que cuantitativamente significa una buena representación de mujeres legisladoras, ocupando nuestro país la posición 19 en el ranking mundial, según la Unión Interparlamentaria; sin embargo, cualitativamente dicha posición no se ha evidenciado en pro del avance hacia la igualdad.
Martín Rodríguez Peñaloza manifestó que sigue predominando la reproducción de esquemas discriminatorios de participación típicamente masculinizados, lo que no contribuye a una distribución justa de derechos, oportunidades, recursos, responsabilidades y tareas encaminadas a la generación de una cultura democrática de género.
La baja participación política de las mujeres en la toma de decisiones o ejercicio del poder político revela discriminación de género en diversos países del mundo, reconoció el académico de la Universidad Autónoma del Estado de México, Martín Rodríguez Peñaloza, quien destacó que según la Unión Interparlamentaria (organización internacional conformada por parlamentos de 140 países), en el mundo existe un promedio de participación política femenina de 19.6 por ciento, equivalente a que uno de cada cinco legisladores es mujer.
Al hablar de la cultura democrática de género: discriminación, cuotas de género y simulación, Rodríguez Peñaloza señaló que es indudable que en los años recientes se ha dado, en general, un avance en la representación y participación de
la mujer en las actividades políticas; sin embargo, su incorporación ha sido insuficiente para la tan pretendida igualdad y equidad.
El especialista del Instituto de Estudios sobre la Universidad de la Autónoma mexiquense enfatizó que en América Latina el promedio de participación de mujeres en los parlamentos es de 23.8; no obstante, los niveles de participación del género femenino siguen siendo bajos, pues de cada cinco legisladores latinoamericanos, uno es mujer.
En México, dijo, la participación promedio de las mujeres en la LXII Legislatura federal fue de 34.8, lo que cuantitativamente significa una buena representación de mujeres legisladoras, ocupando nuestro país la posición 19 en el ranking mundial, según la Unión Interparlamentaria; sin embargo, cualitativamente dicha posición no se ha evidenciado en pro del avance hacia la igualdad.
Martín Rodríguez Peñaloza manifestó que sigue predominando la reproducción de esquemas discriminatorios de participación típicamente masculinizados, lo que no contribuye a una distribución justa de derechos, oportunidades, recursos, responsabilidades y tareas encaminadas a la generación de una cultura democrática de género.
